La sonrisa de los peques:
Si hay algo de lo que presumo un
montón es de haber enseñado a mi hija desde que era apenas un bebé y que ella
lo conserva hasta hoy, es la risa. Cuando sonríe ella, su rostro entero se
ilumina como si hubiera dado a un interruptor. Sus ojos brillan y los hoyitos
se resaltan. Qué te puedo decir, cuando la veo sonreír o soltar sus carcajadas…
¡se me cae la baba!
Está comprobado de que tanto la
sonrisa como la risa son una experiencia enriquecedora en todos los sentidos.
Las dos manifestaciones traen muchos beneficios para los niños. Desde el
refuerzo a su inmunidad hasta la estimulación de su buen humor y a su relación
con los demás. De hecho, creo, que en las escuelas y colegios también deberían
fomentar más la risa y la sonrisa. Los niños estarían más dispuestos y abiertos
para aprender.
Cuando cierro los ojos y estampo
la imagen de mi hija, siempre la veo sonriendo. Y así está ella siempre en las
fotos de familia, en las del colegio, de su primer cumpleaños, de Navidad, etc.
Su sonrisa ha crecido con ella. Me acuerdo que cuando era aún un bebé recién
nacida, cuando la cogía en brazos, le hablaba y me dirigía a ella sonriendo,
ella me devolvía una tierna y delicada sonrisa de encías. Sus ojitos se
achinaban y sus mofletes se hinchaban.
Ya casi al año de nacida, ella
sonreía y se reía un montón cuando jugábamos a cosquillitas o a hacer
pedorretas en su tripita. Se reía tanto, tanto que a veces parecía que se iba a
ahogar. También la encantaba jugar a esconderse de su padre en mis brazos y
hacer aquello de “cucu-tras…” Las situaciones que provocan la sonrisa de los
niños van cambiando según ellos vayan creciendo.
Pues nada chicas que sepáis
que la risa también se enseña y se aprende. No tiene contraindicación
alguna y es altamente contagiante. Además tal y como está hoy en día la vida,
vamos a reírnos un poquito nooo?????
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